Música-Cine-Literatura-Filosofía

martes, 27 de mayo de 2008

Versus (Cara a cara)

Ensayo sobre el amor
Kierkegaard (Diario de un seductor)

El estadio estético o del primer amor.
Tres estadios de amor existen para Kierkegaard, el estadio estético (amor de posibilidad), el estadio ético (de deber) y el estadio religioso (amor a Dios). Tipos de estadios que buscan la superación y el alcance de la verdad.

El hombre en su vida conoce la soledad y el único amor que es el de uno mismo, es por eso que nos es difícil llegar a la trascendencia sin pasar por el primero. Kierkergaard alcanza la superación de esta soledad por medio de la fe y el amor, ya que existe un impulso natural al hombre hacia la búsqueda de la trascendencia, pero el camino no se le presenta fácil, porque la incapacidad de lograr su meta significa la destrucción. El nos incita a la búsqueda del amor absoluto, pero como humanos que somos tenemos que recorrer un sendero lleno de preocupaciones donde el tiempo pasa y la vida se agota, donde el primer amor se da en el plano estético, hasta llegar a “un amor donde hay un tú y un yo, pero no hay un mío ni tuyo”. Amor que se da en relación entre el amante y el amado, hasta llegar a Dios donde ninguno es aniquilado, sino que se transfigura.
En su obra Diario de un seductor, Kierkegaard escribe sobre una lucha interna, presentada en un diario con forma de confesión, entre el hombre estético y el hombre ético. Lucha que demuestra que el amor se presenta en varias facetas y aunque su definición a veces se torne complicada se hace innegable ese sentimiento, pues se trata de sentidos más que de razón y éste es el tema de su obra y por ende de éste ensayo.
El amor se presenta antes que en definición en un sentimiento oculto, casi inentendible, que se manifiesta con uno mismo: el que ama debe amarse a si mismo antes que a la amada parece sentenciar Kierkegaard, y parece ser entonces que quien ama demasiado se aborrece a si mismo, pero este amor, es el que busca sin dar, el que pide y exige, el que goza, el único que se mantiene furtivo, el que escapa a todo contacto con el exterior. Ese es el motivo de su diario. Callar. Y ser revelado. Y quien mejor para manifestar ese sentimiento, que el que adolece de amor y el que goza de amor y Kierkegaard no fue la excepción. Él, quien rechazo a su prometida quizás para poder ser quien quiso ser, y manifestar las infinitas posibilidades que el hombre estético le manifiesta.
El amor se presenta sin aviso alguno, lo hace de improviso, sin invitación y a veces sin consentimiento, nuestra respuesta por lo tanto, es de amor en distintos grados o al menos de cortesía. Pero, eso sólo nosotros lo podemos saber; nuestras intenciones son disfrazadas, desde quien dice que ama hasta aquél que manifiesta que sólo quiere. Y es que querer y amar no son iguales, pero eso no importa para los demás, eso depende de lo que nosotros queramos, depende más de quien ama que a quien se ama. Emisor y receptor, seducción y pasión, el juego que es el amor. Éste amor que salva y también condena, éste amor que perdona, pero que también goza, que esconde y que demuestra. El amor fantasma que se entrega. El amor vuelve siempre, pero nunca es el mismo, el amor crece, decrece o queda igual, pero no es el mismo, una parte queda y una se pierde. El amor que se apacigua y establece fríamente en el corazón que ansía renacer. El corazón que reconoce un amor externo, que no es el propio, el que entrega la propia vida por la amada. El amor que se busca, que se encuentra y que se pierde. Ese es el amor de cada instante, el de la temporalidad, el del goce, él del amor hedonista. Un amor que renuncia a todo lo externo, un amor que se interioriza, pero no se racionaliza.
En su contra se muestra el estadio ético, donde el deber manda, en el que el espíritu humano dona. En él, la conciencia toma un papel importante no sólo existo, existimos, aunque la barrera sea superada te reconozco. Los deberes no sólo se muestran también se imponen. Lo sabemos, lo intimamos y materializamos ese amor, le ponemos nombre, lo racionalizamos y lo perdemos.
¿Un abrazo es la guerra? Se pregunta kierkegaard en una carta, donde todo lo explica, sabe que ama, pero lo niega, el amor lo destruye, el hombre ético lo cuestiona y el hombre estético esconde su creación. Las únicas palabras que llenan una hoja en blanco. Pero se lo cuestiona, no abandona la respuesta sino que la construye. Día con día el amor se le revela, la lucha y el vencedor vencido son lo mismo, la batalla es interna, no existe otra forma. El amor se experimenta no se define, parece decir.

1 comentario:

dulce dijo...

sta padre tu pagina espero que tenga mucho exito todo lo que hay en ella te hace reflexionar creo tambien que es una forma de interesarnos por la literatura.