Música-Cine-Literatura-Filosofía

domingo, 26 de octubre de 2008

Etérea


No quiero amarte ni quererte,
Solo quiero que seas tú
Cuando estas conmigo,
El sueño inalcanzable
Por el que un hombre muere.

No quiero pedirte que me ames ni que me quieras,
Solo quiero decir que te deseo
Como quien revive con un beso,
Cuando la vida se le escapa
En el lecho de su última morada.

Y aún cuando tu ausencia
Me recuerde cada día que las horas son eternas
Y la espera se vuelva una agonía,
Me resisto a invocarte mientras muero.

Por que quiero sin pedirte que me quieras,
Como te amo sin quererlo,
En silencio y con un beso,
Que me digas: “no soy un sueño”.

Y despertar y mirarte y que me mires
Sin decir palabras innecesarias;
Y abrazarte y que me abraces, y hundirnos en la almohada.

Que el silencio y la oscuridad
Hablen por nosotros,
Pues las palabras mienten, y entre ellas, en la quietud,
Una ola se estremece.

Y a lo lejos, cuando te vea partir,
Quiero que no voltees ni me digas adiós,
Quiero que nuestro recuerdo sea para siempre,

Y pensar ¿qué pudo haber sido?



Odrep Mendoza

miércoles, 22 de octubre de 2008

MUJER (en ritmos de un acordeón)


Mujer
Mujer
De donde eres
Mujer que viajas
A dónde vas
Que yo con la mirada
Y con mis palabras te busco retener

M U J E R
Una canción
Sin voz
Un oleaje sin mar

Mujer
Soy un instante que agoniza

En los ritmos de un acordeón
Odrep

Hoy dejé la puerta abierta

Hoy dejé la puerta abierta
Para que volvieras
La luz encendida
El corazón herido
Para que me vieras
Hoy vendrás a buscarme
La oscuridad no miente


Mi guardián te enseñará el camino


Fumaré un cigarro
Tomaré vino
Me embriagaré
Y moriré
Esperándote


Con tu nombre entre mis labios


Odrep Mendoza

Mujer etérea-Mujer Pedestre


Espantapájaros 1.

“No sé; me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso si! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Está fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado? ¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres… ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. “¡María Luisa! ¡María Luisa!… y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. ¡Que delicia la de tener una mujer tan ligera…, aunque nos haga ver, de vez en cuando las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes… la de pasarse las noches de un solo vuelo! Después de conocer a una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.”

Oliverio Girondo, argentino.


viernes, 17 de octubre de 2008

LA DEUDA

Desperté con la puesta del sol. Como siempre, mi sueño me hizo desvariar. Es curioso, pero a veces pienso que no despertaré, que moriré a la espera del amanecer, regocijándome con mis recuerdos. Sólo me quedan dos opciones: dejarme morir o aferrarme a la vida. Ahora estoy aquí, no puedo evitarlo.
Este sentimiento que me invade, la nostalgia de la juventud, del amor perdido, de los sueños irrealizados, me impide vivir en paz. A veces quisiera hundirme en la lejanía, extrañarlo todo hasta al grado que no me quede nada. Contengo la respiración, el ritmo de mi corazón, estable, se deja oír con más fuerza.
Regreso a mi habitación a soñar con los fantasmas del pasado y los demonios presentes, entro en trance, producto del insomnio. No sé si estoy durmiendo o estoy despierto, todo es a mi voluntad, puedo controlar y detener mi corazón, dejar la vida. Una lágrima me ha revivido. Estoy de nuevo en pie. Me pongo cómodo para arreglar el jardín, corto las flores marchitas, recojo las hojas secas y riego las plantas. Olor a humedad, dulce rocío, contemplo mi obra que comparto con la naturaleza. Ya es hora de ir al trabajo, como de costumbre, llegaré tarde
Una larga fila de gente me aguarda para pagar sus recibos. La primera es una anciana, me hace un gesto de desagrado, la ignoro, sello su papel; el siguiente es un hombre demacrado, su credencial dice treinta años, pero parece de cincuenta, trata de esbozar una sonrisa pero no lo logra. Ahora le toca el turno a una mujer acompañada de dos niños, el más pequeño, en brazos. El mayor toma mis bolígrafos y la madre lo reprende; pobre, tan joven y hermosa, ya con deudas y además, un crío, qué desperdicio de vida. Un señor de cincuenta años de edad, me observa con fijeza, como si me conociera. Indago en el archivo su nombre y no lo reconozco. Elevo de nuevo la mirada, él se encoje de hombros, toma su recibo y desaparece. Me sumerjo en el trabajo, no soy yo quien trabaja es mi cuerpo, no estoy aquí, es mi cuerpo el que está; recupero de nuevo la conciencia de mis actos, me siento cansado.
Es el turno de la última persona, me saluda, ¡que asco!, me sonríe mostrando los dientes, me tiende la mano y no le doy la mía, se despide con un una frase hecha. Me ha hecho sentir mal, pobre, que vida le espera. Miro de reojo mis papeles, me voy a casa. Han pagado, según los recibos, doscientas treinta y dos almas del purgatorio. Juego en mi mente con cada uno de los rostros que he visto hoy. Mas tarde, al llegar a mi destino me miro en el espejo, no veo ningún gesto, miro unos ojos cansados, una nariz puntiaguda en la que asoman unos pelillos y debajo unos bigotes cortados a la antigua, pero mi boca no expresa nada, trato de hablar, pero mis labios no se mueven. Ellos, los deudores de rostros demacrados, a los que atiendo cada día, están llenos de vida. En cambio yo…, estoy muerto, no tengo nada porqué vivir, no tengo a nadie, sólo a mi jardín.
Los días siguientes son iguales, los recuerdos, los mismos, el tiempo se consume lento. Duermo en exceso cuando quiero que el día se vaya rápido, me conservo despierto cuando quiero lentitud. Me enfrento al pasado, de pronto toda mi vida comienza de nuevo…vivo cada uno de los recuerdos con intensidad.
Una mañana me despierto con fiebre, bañado en sudor. No hago caso, me pongo el saco, tomo el sombrero y salgo a caminar. Es domingo y la gente sale a pasear, estoy divagando, me siento vivo entre gente desconocida, entre rostros siniestros. Necesito descansar, tomo asiento, pequeños demonios ríen cerca de mí, corren detrás de una cabeza que rueda, un ser angelical de cabellos rubios les dice que se retiren, ya puedo dormir. Las horas han pasado, la fiebre también, me duele la espalda.
Horas después no queda nadie en el parque, la luna me atosiga, estoy muerto de nuevo. Regreso a casa. Reviso los papeles, hago anotaciones en mi libreta, hago cuentas. Dejo todo listo para evitar reprimendas por mis frecuentes retardos.
Al amanecer, luego de regar mi jardín, parto hacia el trabajo. Llego, observo algunas caras nuevas llenas de vida, de preocupaciones ¡maldita pasividad la mía!, los envidio saben lo que sus vidas valen, y yo deseo mi muerte. Un joven empuja a las personas que están en fila, me llena de vida, me contagia su tormento desbordante. De pronto se le cae de las manos el dinero y lo recoge, moneda por moneda. Trata de adelantarse en la fila y la gente no se lo permite. Sonrío, el tipo me agrada: un poco de malicia le da sentido a la existencia. Lo observo mientras atiendo a otras personas, su sola presencia llena el lugar de luz, la gente no lo soporta. Lo sigo con la mirada, me río. Ahora es su turno, con desesperación me entrega el dinero, morralla, cuento cada moneda, le hace falta un poco, se encoje de hombros, no trae un peso encima, sonrío de nuevo, saco dinero y, sin que el se percate, completo el monto de su recibo. Le debo la vida.
Al terminar la jornada, por primera vez en mucho tiempo me siento feliz. El tormento del joven de la morralla me devuelve la vida; regreso a casa y escojo el camino que pasa por la iglesia, una luz, quizá de las veladoras, produce destellos celestiales. Hace mucho dejé de creer en esto. No hay más paz que la nada ni más tranquilidad que la del infinito. A pesar de que se me ha hecho tarde, tomo asiento en una banca de la iglesia, mis temores no le deben nada a Dios. Su imagen no produce en mí el efecto de antes, ahora me enfrento solo a mis desgracias. Contemplo el retablo, su arquitectura es muy bella, data del siglo pasado, fue construida con grandes bloques de piedra. Impresionante, parece mausoleo. Dios murió hace mucho tiempo para mí. Un desconocido pasa a mi lado, me saluda después de persignarse, pobre diablo, confiarle la vida a Dios. Ya he alimentado bastante mi orgullo es hora de partir. Cenaré en mi jardín algo ligero y un vaso de vino.
¡Qué grande siento el universo! Abro la ventana: esta mañana un hombre me ha salvado y lo busco en las estrellas. Lo esperaré de nuevo, ya vendrá a pagar sus retrasos, llegará a pedir una prórroga para, sin saberlo, satisfacer mi propósito ¡Ya casi me acabo la botella de vino! por cierto, muy barato…, mejor, así llegaré tarde al trabajo y de mal humor.
No he podido dominar las ansias de verlo de nuevo y llego temprano a la oficina He crecido, la vida para mí ahora es nada, el temor desapareció, pero no mi insatisfacción. ¿Vendrá el muchacho? ¿Llegará otra vez a mi ventanilla a suplicar le sean condonados los intereses de su deuda?
Han pasado tres semanas y no ha vuelto, se han acumulado ya los intereses, nunca podrá con ellos. Y yo necesito verle para sobrevivir. Meto las manos en la computadora. Unos cuantos ceros menos y ahora su deuda es menor ¿De qué otra forma pagarle? Con sólo pensar en su tristeza, me regocijo, con sólo imaginar su pena, me alborozo, pero el día en que llegue hasta mí, le seguiré el juego: dejaré que tire sus monedas y sacaré algunas de mi bolsillo para completar su pago. Él dará las gracias y yo, en silencio, daré las mías.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Cine: ¿Alguien cree en la suerte?

INTACTO (2002)
una película de Juan Carlos Fresnadillo

Considerado "afortunado" después de un accidente de avión, un ladrón de bancos queda atrapado en un oscuro círculo de apuestas donde la muerte y la suerte se entremezclan. Este Thriller aclamado por la crítica se aventura a entrar en el mundo donde los apostadores y aquellos bendecidos por la fortuna arriesgan grandes cantidades sólo para sentirse tocados por el destino. ¿A quién le sonseirá la suerte esta vez? ¿Quién tendrá las probabilidades a su favor? Max Von Sydow (The Exorcist: Minority Report) es el líder de este oscuro círculo y tiene el poder de robar la suerte de otras personas y nada lo detendrá en su propósito.
Selección oficial en el festival de cine Sundance, 2002.
Selección oficial en la semana de la crítica en Cannes, 2002.
Selección oficial en el festival de cine de Toronto, 2002.


THE COOLER (2003)
Dirigida por Wayne Kramer


Dirigida por Wayne Kramer, The Cooler cuenta la historia de Bernie Lootz (William H. Macy), un hombre con una mala suerte tan contagiosa que trabaja en el casino Shangri-La de Las Vegas para enfriar las mesas más calientes de los jugadores que ganan demasiado a menudo. Bernie lleva años utilizando ese talento único de perdedor para poder pagar sus deudas, que está a punto de saldar. Pocos días antes de irse de la ciudad, conoce a Natalie (Maria Bello), una camarera algo mayor pero muy atractiva. Para sorpresa de ambos, Bernie y Natalie se enamoran, pero el director del casino donde trabaja Bernie, Shelly Kaplow (Alec Baldwin), un hombre de la vieja escuela, está decidido a que no se vaya.
Academy Awar Nomination, best supporting actor-Alec Baldwin, 2003.
2 Golden Globe Nominations.

Las dos tiene algo en común la suerte. Y en dónde más la econtramos que en los juegos de azar, en lo casinos. Sólo que en la primera, en Intacto, la suerte juega un papel principal para obtener el poder.
La segunda, The cooler, el personaje principal esta lleno de la mala suerte, y por lo tanto es utilizado para quitarsela a los ganadores del casino, sólo que el destino le tiene deparo un final inesperado.

Plegarias de un inquilino (Guillermo Fadanelli)

Si bien es cierto, no es el libro que esperaba, es un libro que atrapa y de algún modo seduce. Y digo de algún modo, pues vemos el tratar de diferentes temáticas de lo que parecen
a veces relatos de múltiples charlas.

A mi definitivamente lo que me atrapo es la reseña que aparece en la parte posterior del libro:

"Ahora que el tiempo se precipita sin ningún pudor hacia la nada, las obras extraviadas en algún rincón de mi librero son la prueba de que tuvo algún sentido renunciar a la universidad o a la posibilidad de una vida económica más digna. de no ser un vago no habría tenido tiempo suficiente para desperdiciar mi vida buscando quién sabe qué cosas entre las páginas d euna novela. entre tanto, seguiré pensando que todo aquél que visita mi casa se lleva un libro de bajo del abrigo. Es más sencillo creer que fui robado a poner en orden mis papeles. ¿Para qué? Como el orden no me salvará de la muerte hago mías las palabras finales de El juguete rabioso, la novela juvenil de Robert Arlt: iré por la vida como si fuera un muerto. así veo la vida, como un gran desierto amarillo".

A mi me recomendaron su novela L0do (2003, distinguida con el premio Colima), que por cierto me queda pendiente leer.

-Fadanelli, Guillermo. Plegarias de un inquilino. Ediciones cal y arena. México, 2005.

Para un análisis completo: REVISTA NEXOS ONLINE

El Túnel (Adaptación)



*Fuente:http://www.youtube.com/watch?v=3UcUrhLOswY (You Tube: El Túnel adaptación Martín Romero).

Existen 3 Adaptaciones cinematográficas:
El Túnel (1952). Director: León Klimovsky. Adaptación de Ernesto Sabato
El Túnel (1977). Director: José Luis Cuerda (película para televisión)
El Túnel (1987). Director: Antonio Drove

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/El_t%C3%BAnel"

El Túnel -1948-(Ernesto Sabato)


<<... en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío.>>

"Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesita mayores explicaciones sobre mi persona". (p.7)

¿Por qué un asesino busca contar su historia? Para por lo menos ser comprendido, paradojicamente el único que ser que lo hacía, él la mato. ¿Quién era Juan Pablo Castel? Un ser en eterna búsqueda de sí mismo. El amaba a María Iribarne, no quiero decir que por eso la mato, el se aniquilo a sí mismo. "Que el mundo es horrible, es una verdad que no necesita demostración" (p.8). Juan Pablo no busca justificación, aun cuando diga que toda persona oculta un lado oscuro de su personalidad, desde aquel que cree que por caridad ayuda a los demás para vanagloriarse a sí mismo, hasta la persona de una maldad manifiesta (aunque creo yo que por lo menos esta es sincera). "Uno se cree un seperhombre, hasta que advierte que también es mezquino, sucio y pérfido"(p.9).

Reseña: Juan pablo Castel es un pintor recluido en un prisión por el asesinato de María Iribarne. durante su encierro rememora la cadena de acontecimientos que le llevaron a perder el control, a convertirse en un hombre con el interior oscuro, un hombre poseído por una insalvable soledad, la de la ausencia de la mujer que amaba hasta el límite, la del engaño que ha convertido su corazón en un pedazo duro y frío de hielo y ha colocado entre sus manos el cuchillo que pone fin al sufrimiento.
Obra esencial de Sabato, que Albert Camus refrendó ante la crítica mundial, El Túnel nos entrega los elementos básicos de su visión metafísica del existir.


-Sabato, Ernesto. El Túnel. Editorial Seix Barral. Biblioteca Ernesto Sabato. Barcelona, 2004.