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miércoles, 27 de agosto de 2008

Ian Anderson plays the orchestral Jethro Tull (2005)



Calliandra Shade 2/20

Video del concierto en vivo. El disco consta de 20 canciones. Extrarecomendable.

Comunicación como Origen (Karl Jasper)


La comunicación empírica es la relación que tenemos con los demás en cuanto una acción mecanizada. Es una comunicación en sentido físico, en la cotidianidad. Por ejemplo la comunicación empírica en la escuela puede ser que asistimos de 5 p.m. a 9 p.m. y compartimos un espacio con los demás alumnos de otras licenciaturas, llevamos asistiendo a clases durante dos años, conozco sus caras, me son familiares, quizá salude a alguna o le de una sonrisa, para que sepa que yo también estoy allá, para que note mi presencia sin que yo le demuestre más. Esta comunicación ingenua es una comunicación en sentido falso, yo soy cuando el otro me acepta, yo soy cuando estoy conciente de lo que hago, y mi ser se reafirma en el otro, pero esto implica una comunicación existencial, y la comunicación ingenua es un disfraz; yo creo lo que todos, y actuó como ellos, yo soy mis creencias, pero no soy conciente de mi mismo, me dejo llevar y no cuestiono mis creencias.
En algún momento, somos concientes de nosotros mismos en oposición de lo que el otro es, pero aún sin que exista una comunicación; vemos al otro como una cosa y en ausencia de este, hay otra cosa que lo remplace y se entra al juego del dominio, y ante la lucha de los que buscan ser dominadores hay una mutua complacencia y ante esa aparente comunicación hay una relación todavía empírica en el que uno cede para luego continuar su lucha por el dominio.

Todo esta comunicación aparente es necesaria como el inicio de un proceso: desde que estoy sumergido en el mundo, solo conozco el mundo de afuera para adentro, de donde veo a otros que no son yo, pero este darme cuenta de ellos solo es en virtud de que yo quiero que estén, hacemos todo por caernos bien, como aquel que pregunta esperando a que le contesten afirmativamente. Ante esta situación vivimos como hipócritas, la satisfacción de dominio me mueve a los otros, pero en algún momento la insatisfacción ante la imposibilidad de una comunicación verdadera me pone de frente con mi existencia. Aquí se da el surgimiento del filosofar cuando mi existencia me exige ser autoafirmada sin miedo a confundirme, sin miedo a descubrir que no soy quien pensaba que era. Que me traten por lo que soy no por lo que valgo, que le den validez a mi persona “única” en todo caso e insustituible. Pero también es necesario, para que surja la comunicación existencial no solo una conciencia de mí sino también del otro. Pero caemos en errores al querer compensar la insatisfacción satisfaciéndola desde mi interior, puesto que soy el único que me doy cuenta de la verdad y mido a los demás desde mi propio cálculo, rompo de nuevo la comunicación existencial.

Cuando la insatisfacción existe con el otro, esto es, cuando yo conciente de mi ser, voy con total apertura y me entrego al otro él mismo se convierte en objeto, al ser él quien se niega a tal apertura, la insatisfacción me duele por que voy a su encuentro, como quien busca un abrazo y encuentra al otro con los brazos cerrados. “Solo ante el mutuo reconocimiento llegamos a ser ambos nosotros mismos”.
Cuando uno acepta que él es culpable de que la comunicación no se dé, proporciona más disponibilidad para la futura comunicación. Ante tal incomunicación mi ser se extravía en el intento fallido, no desaparece empíricamente la comunicación de mi ser, pero rompe el sueño de la cotidianidad, para hacerme conciente y despertarme en busca de la comunicación existencial.
“La comunicación existencial no se puede enseñar ni imitar, sino que existe de manera absoluta e irrepetible en cada caso”.

Mi si mismo solo se da en relación del otro si mismo, en la disponibilidad de ambos, en el que mi si mismo deja de estar aislado y entra en comunicación con el otro si mismo.
El otro es mi espejo y me comunica como soy, en el veo mis acciones reflejadas en sus sentidos, de gratitud o ingratitud, pero mi intención no es medirme, sino compartirme, mi intención no es de dominio sino de respeto. Pero sucede que en busca del otro si mismo, y ante mi total apertura no encuentro respuesta alguna, –no todos tienen la suerte de tener amigos- pero también se piensa –no mereces mi amistad-, y la comunicación no se da o por que no encuentro a alguien o por que “me atribuyo el amigo y la comunicación como mérito mío”.
Es necesario para que esta comunicación se dé, a parte de la conciencia del otro una conciencia de si mismo proporcionada por la comunicación empírica, esto se debe a que yo no puedo ser para otro si no soy para mi mismo. La comunicación por tanto es inacaba, por que no hay una fusión y es necesario que no la haya para que exista la comunicación existencial; en la comunicación es preciso que no nos perdamos en la conciencia del otro si mismo y reconozcamos nuestro si mismo, como dos si mismos que nos comunicamos pero nos comunicamos por que somos si mismos para nosotros, por que en soledad nos damos cuenta de que somos y necesitamos comunicarnos. Aquí se cae también en un error en creer que ser si mismos es ser para los demás, que al negar nuestro ser si mismos llegamos a ser si mismos, esto es un acto desesperado por no querer estar solos.

“La soledad no es idéntica a estar aislados socialmente”.
Tan solo cuando el otro se da cuenta de mi existencia, cuando me le hago presente, y este me acepta me realizo como si mismo. La patentización implica una previa existencia, pero yo por si mismo no soy patente si no hasta que alguien me descubre. Yo soy antes que alguien me descubra una existencia empírica, existente en un nivel inferior de comunicación y ante la apertura de quien me acepta me realizo y me descubro a mi mismo y se da mi existencia en otro nivel de comunicación.
En esta comunicación es necesaria que el otro me acepte sin otro afán que demostrarme sin reservas su ser si mismo, y acepte del mismo modo mi ser si mismo, sin recelos, sin atavíos. Es un combate amoroso, en el que los dos se realizan como si mismos, reconociendo ambos su existencia, sin buscar una superioridad. “El amor no es todavía la comunicación, sino su fuente, la cual, por su virtud, se aclara”. Es verdad el amor es el respeto a los demás si mismos, en busca de la verdad, de la comprensión, y de la apertura en la comunicación sin reservas, y cuando esta no se da la culpa surge, como un paso más para la disponibilidad. Este combate amoroso, este amor es necesario para la aceptación tanto de mi si mismo como del otro si mismo. “Sin comunicación existencial todo amor es problemático”.

Para la que la comunicación se de también es necesario escuchar, callar para atender; callar para no decir paralizar la comunicación existencial la cual debe ser sin reservas. Esto es producto de la comunicación empírica como proceso, puesto que yo soy yo mismo, que solo yo me conozco a mi mismo puedo callar para no comunicar e intentar suprimir mi existencia ante la posibilidad de la insincera comunicación.
“La soledad es, en primer lugar, el polo insuprimible en la comunicación, sin el cual la comunicación no existe”.
Después de todo lo anterior entramos a un momento clave y uno de los más importantes a mi consideración, que es la ruptura de la comunicación.
La existencia es hacerte presente a alguien, es buscar la autoafirmación en el otro si mismo, ante tal imposibilidad se da la ruptura. Esta ruptura esta presente de ante mano en nosotros mismos, como indisponibilidad o insatisfacción. La ruptura o la incomunicación depende de nuestro si mismo, la ruptura se da desde adentro como una posibilidad latente en el comunicar, desde el otro ser si mismo también se da desde dentro. La ruptura se da desde si mismo. La comunicación empírica es un sin importar de hechos, todo es igual y seguirá siendo así. Pero ya cuando existe conciencia de nosotros mismos, recordemos esto por si solo no es comunicación existencial, si no que es cuando a través de nuestra conciencia y plena apertura tengo el temor a que la comunicación se rompa, y mi existencia (no física) muera con ella. Solo a través de la conciencia de la posible ruptura somos concientes de los otros y de nuestra existencia. La ruptura es necesaria para la comunicación existencial por que esta hace conciente al ser de si mismo y de la perdida de la relación con el otro. La egoísta inaceptación de la existencia obliga a la ruptura y le da vida como posible conciencia de la existencia y necesidad de ser si mismo para el con el otro. La comunicación es latente al igual que su ruptura, por lo tanto la ruptura no se da en definitiva como un freno absoluto, sino que en la comunicación puede presentarse al ser como la ruptura transitoria. La ruptura da un sentimiento de culpa y esto permite la sensibilidad y aceptación de la incapacidad de comunicar.
Puesto que la comunicación es producto del proceso de la comunicación empírica la ruptura en la comunicación debe estar presente en cualquier momento como un impulsor hacia la comunicación existencial.

La ruptura se da en el momento de la comunicación, como indisponibilidad e insatisfacción; cosa contraria con la imposibilidad de comunicar que surge desde el principio como indisponibilidad en la aproximación con el otro si mismo y ante esta solo queda la renuncia. Aquel que vive en una objetivación petrificada, aquel que sigue las reglas sin cuestionarlas y el que vive en dogma son algunos ejemplos.
A manera de conclusión y para cerrar este repaso general, retomemos la posibilidad de la comunicación existencial para el filosofar.
Ante la tranquilidad que la cotidianidad trae todo se queda en lugar de siempre, nada cambia y nos es necesario que cambie. Solo un sobresalto, algo que se salga de lo cotidiano, nos hace concientes. Solo cuando perdamos el dominio de lo que es propio y se vuelva ajeno y nos encontremos en la incomunicabilidad tendremos un impulso hacia la verdadera comunicación. La comunicación existencia es una estructura póstuma para realizarse como filosofar, es decir el otro recibe de mí lo que el ya se adjudicado, no por mi si, no por que el se ha decidido a hacerlo. La comunicación existencial es un choque entre quien soy y creo ser, me descubro a mi mismo y comunico con otro ser lo que soy. La filosofía se encuentra ya en la comunicación no como algo acabado si no por realizar. “El criterio inobjetivo de todo filosofar es siempre la comunicación que, por virtud de él, se opera y se aclara".