
Había acabado la letra de mi canción y eso era un milagro, hace tiempo que no componía nada. Agarré el bajo eléctrico y mis dedos se amoldaron hábilmente como alguna vez lo hicieron en tu cuerpo, suavemente empecé a tocar la canción…y los recuerdos te acercaron otra vez...Tarará…tarará...y empecé a necesitarte….mientras tu en algún lugar rechazas mi amor…
Mis manos, hinchadas por la dedicación, se refugiaron de nuevo en la cajetilla, el último cigarro, el de la suerte y la invoque… rriiiiinnnng….sonó el teléfono y no eras tú. Habían colgado.
Ya casi era de tarde y necesitaba distracción, fui por trago, tome valor, y te llamé…para decirte que no vuelvas, que no te necesitaba más, que te utilicé y esa en realidad era la verdad. Afiné el bajo y la voz, comencé a cantar, palabras brotaban por sí solas y encontré la paz. Ni tu rostro, ni las imágenes quebraron en esta ocasión mi voz, ni aquel cenicero que me regalaste me afectó, y es que es simple descubrir la verdad, necesitaba de ti para encontrarme, porque la soledad que dejo tu partida me ayudo.
Una cajetilla roja, un cenicero café, el humo se extendía y se difuminaba al ritmo del ventilador, una botella de tequila semivacía y tú, mi inspiración. Doce canciones en rock en español fueron tu despedida, fueron tu adiós.
Ya había transcurrido toda la mañana era hora de leer, un café cargado, me vestí, salí del encierro voluntario, me aventuré…mis manos se ciñen al bajo eléctrico como una vez lo fue tu cuerpo... mi canción te despidió y a otra musa me encontré.
Odrep
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