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martes, 24 de junio de 2008

XXXIII. Remordimiento póstumo

Oh mi bella tenebrosa, cuando ya duermas
en lo hondo de un mausoleo de marmól negro,
y cuando tu alcoba y morada sólo sea
un panteón húmedo y una fosa hueca;

cuando la piedra, al pesar sobre tu pecho miedoso
y en tus costados suavizados por una grata indolencia,
impida a tu corazón latir y anhelar
y también impida a tus pies su caminar de aventuras,

has de saber que la tumba, confidente de mi sueño infinito
(la tumba siempre comprenderá a los poetas)
en esas largas noches en que el sueño no llega,
te hablará: <¿de qué te sirve, imperfecta cortesana,
haber ignorado las razones del lloro de los muertos?>
Y así, los gusanos te roerán, como un remordimiento.

Charles Baudelaire
LAS FLORES DEL MAL

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