La condena
Un día más y a la corta edad de siete años la luz se apaga como en el teatro, al cerrar los párpados, las lágrimas caen de un rostro desconocido, y las oraciones se extienden en toda la sala. Sus compañeros aferrados en su fe, solo bajan la cabeza como esperando también su pronto final. Elías nació condenado a morir, a diferencia de cualquiera el sabía que pronto iba a suceder. Él no tenía un futuro, tenía un constante dolor que lo situaba prontamente en la realidad. Su tez morena contrastaba con los vestidos blancos de las voluntarias que todos los días se encargaban de él. Elías sabía que cada noche era la última, entendió la muerte pero no la vida; compartió su dolor y tomo fuerza de sus amigos destinados como él a morir pronto. Alrededor de su cuerpo sus compañeros, unos lloraban y otros imaginaban ver sus propias almas partir al cielo.
Pedro Abraham
Música-Cine-Literatura-Filosofía
lunes, 2 de junio de 2008
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